Guardo en mi piel las cicatrices que la
vida me regaló.
En el alma: el dolor, la impotencia y humillación
que la maldad del
hombre me otorgó.
¡Aun así, ruego al SER o al sujeto, paz, respeto y
armisticio!
Tristemente no
bastan las palabras
no hay vuelta atrás,
en mentes desgastadas,
la esperanza se
pierde entre las grietas
el lodo sustituye
los vergeles, y los charcos
embarran las
callejas -olor ferroso las perfuma-
no hay aserrín que
absorba tanta sangre,
ni árboles que
resistan tantas cuerdas.
El mundo está al
revés...
y no hay nadie que
frene esta contienda.
Solo unos pocos
gritan a los vientos...
generosos lamentan
los destinos,
dicen basta a tanto
desatino.
Poetas que lamentan
el destierro,
hombres de bien con
restos de conciencia.
Mientras otros se
ponen cartelillos,
maestros de la nada
con librillos...
cantan amores que
jamás han conocido
alabándose así
mismos... mediocres esperpentos,
comparten sin juicio
ni armisticio
lamentos de
contiendas inventadas.
Fracasos y vergüenzas de si mismos.
Fracasos y vergüenzas de si mismos.
No recuerdan que la
memoria es infinita
y todos recordamos
los cuchillos, las lanzas,
las nubes, las
tormentas y el granizo.
Pero llegó la hora
de clamar ¡Paz, Respeto y Armisticio!.
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