martes, 3 de febrero de 2015

La brisa.


Etérica la brisa de tu sino, 
agradecida, se derrama...
por las grietas del tiempo que te asiste
y perfuma la estancia con jazmines.
Descendiendo por los vértices del mundo
atrapa los latidos en instantes,
que erguidos, traspasan la nave del misterio, 
emigrando a la cala del deseo...
donde espera la marea prometida,
 para ensalzar el alma que te habita
y compartir el fruto prohibido.

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